FederPesca

Es una tarde calurosa de un mes de agosto. El pescador Blas Álvarez, acude como muchas otras tardes ataviado con su caña de bambú y su carrete “Sagarra” a tentar a las abundantes carpas que pueblan las aguas del Segre- Cinca que bañan las orillas de su localidad, la Granja de Escarpe. La técnica es sencilla; pesca a fondo utilizando lombriz como cebo. Una certera picada y tras una incesante lucha que presupone una carpa de buen tamaño, un pez de algo más de un metro y una extraña cabeza llena de bigotes se debate a los pies del pescador. Sin saberlo y sin entender muy bien que es ese extraño ser que ha pescado, este hecho marcará un hito histórico que cambiará la concepción de la pesca en el futuro para muchos aficionados en este país.

Fruto de la observación, y de su contraste mediante la experimentación, conocemos un puñado de factores ambientales que favorecen la persistencia del bass en las aguas y el mantenimiento en ellas de poblaciones abundantes y con pirámides poblacionales equilibradas; incluyendo en ellas ejemplares añosos y de talla, que son los que más mueven a quienes practicamos su pesca recreativa. Para potenciar el efecto beneficioso de estos factores ambientales sería necesaria, además, una buena gestión; lo que implica necesariamente el conocer la presión de pesca que se ejerce en cada masa acuática sobre él.